¿Qué significa "casa de Israel" como se utiliza en las Escrituras?

Jacob 5:2
Una de las confusiones que esta frase ocasiona es que no se usa siempre para referirse a lo mismo. Generalmente hay tres formas en las que se usa el término Israel:
1. Sangre de Israel. Se le dio el nombre de Israel al gran patriarca Jacob, nieto de Abraham. Lo recibió después de haber luchado con un mensajero de Dios y luego de recibir una bendición. El mensajero le dijo: "No se dirá mas tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido" (Génesis 32:28). El nombre Israel significa "príncipe de Dios" o "El que lucha con Dios". Por medio de sus cuatro esposas, Jacob, o Israel, tuvo doce hijos. Al crecer ellos y engendrar a sus propias familias, se les conoció como a las doce tribus de Israel. Como Dios había hecho convenio con Abraham y sus descendientes, los israelitas llegaron a ser conocidos como el pueblo del convenio. Por lo tanto, en este sentido, la expresión sangre de Israel se podría definir como referente a cualquier descendiente de los doce hijos de Jacob. En los casi cuatro mil años que han pasado desde la época de Jacob, ha habido innumerables casamientos entre los descendientes de Israel y los gentiles (no israelitas). Aunque quizás pensemos que los judíos o lamanitas son los únicos sobrevivientes conocidos (como raza diferente, identificable) del Israel original, literalmente hay millones de personas que podrían trazar su linaje hasta una de las doce tribus; por lo tanto, en un sentido muy real, ellas también son parte de la sangre de Israel.
2. Tierra de Israel. El Señor les prometió a Abraham y a sus descendientes la tierra de Palestina y las zonas circunvecinas. (Véase Génesis 15:18.) Después del éxodo de Egipto y de andar en el desierto, los israelitas, bajo la dirección de Josué, entraron en la tierra prometida y la tomaron de los pueblos cananeos. El territorio se dividió entre las doce tribus, y Canaán llegó a conocerse como la tierra de Israel. Posiblemente se deba notar que la s doce tribus que participaron en la repartición del territorio no eran exactamente las mismas doce originales de Jacob. La tribu de Leví, que tenia el derecho del Sacerdocio Aarónico, no recibió herencia de tierra para poder mezclarse con las demás tribus y servirlas y bendecirlas mediante el sacerdocio. José había recibido una bendición doble y por lo tanto a ambos hijos suyos, Manases y Efraín, Israel los adoptó y se convirtieron en tribus. (Véase Génesis 48:5-20; Josué 14:4; 21:1-45.) Efraín recibió la primogenitura en lugar de Rubén (1 Crónicas 5:1, 2) porque Rubén cometió adulterio con Biela, una de las esposas de Jacob (Génesis 35:22). Sin embargo, la tribu de Rubén recibió una porción de tierra cuando las tribus conquistaron Canaán. De ese modo, en la división del territorio, Leví solamente recibió ciudades, y Efraín y Manases tomaron el lugar de José.
De manera que aunque al principio la gente de la tierra de Israel y la sangre de Israel eran el mismo pueblo, el uso del termino Israel para una zona y la gente que la habitaba llegó a ser cada vez más común. Mas adelante la situación se complicó aun más a la muerte del rey Salomón, cuando el reino de Israel se dividió en dos. El del norte, integrado por diez tribus, mantuvo para sí el nombre de Israel, en tanto que el del sur, formado por dos tribus, se llamó Judá, ya que el gobierno pertenecía a la tribu de Judá y constituía la mayoría de sus habitantes.
3. Israel del convenio. En las Escrituras aprendemos que el Señor primero hizo su convenio con Adán y luego lo renovó con los patriarcas justos desde Adán hasta Abraham. Muchos consideran a Abraham como el padre del convenio porque el pacto se renovó con él y es en relación con el que se encuentra la descripción mas detallada de los términos del pacto. Por esta razón a menudo se le llama el convenio abrahámico. Pero debemos recordar que no comenzó con él.
Hablando de las promesas sagradas o convenios que el Señor hizo con Abraham, el élder Bruce R. McConkie dijo:
"Abraham primero recibió el evangelio mediante el bautismo (que es el convenio de salvación), luego se le confirió el sacerdocio mayor y entró en el casamiento celestial (que es el convenio de exaltación), obteniendo la seguridad de tener progenie eterna. Finalmente recibió la promesa de que todas estas bendiciones se les ofrecerían a todos los de su posteridad. (Abraham 2:6-11; D. y C. 132:29-50.) Incluida en las promesas divinas que se le dieron a Abraham se encontraba la certeza de que Cristo vendría a través de su descendencia, y de que su posteridad [la de Abraham] recibiría ciertas tierras escogidas, prometidas como herencia eterna. (Abraham 2; Génesis 17; 22:15-18; Gálatas 3.)" (Mormón Doctrine, pág. 13.)

En otras palabras, todos los que estén deseosos de aceptar y honrar el convenio del evangelio se convierten en los hijos e hijas de Abraham, ya sea por linaje o por adopción. Este parece ser el sentido simbólico de los doce bueyes que sostienen las piletas bautismales de los templos. Al entrar a las aguas del bautismo, hacemos pactos con el Señor y nos convertimos en el Israel espiritual, o sea, las personas que hacen y honran el convenio de ser el pueblo elegido del Señor.
Este concepto del Israel del convenio es el sentido más significativo del vocablo Israel. ¿Que valor espiritual y eterno tendrá el ser de la sangre de Israel si se rechaza o desobedece el convenio? Pablo, quien entendía perfectamente este concepto, dijo: " . . . no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos . . . sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes" (Romanos 9:6-8). En otras palabras, la descendencia por sangre no es garantía del favor espiritual de Dios. (Sin embargo, el ser descendiente de Israel acarrea la responsabilidad de liderazgo y de compartir el evangelio. [Véase Abraham 3:22, 23.] Desafortunadamente, demasiados de la sangre de Israel hacen caso omiso de esta responsabilidad.) Por lo tanto, un descendiente de Jacob, aun cuando sus antepasados no se hubieran mezclado con los gentiles, no es necesariamente un verdadero israelita en el sentido espiritual de la palabra. Adviértase la forma clara en que Nefi enseñó este importante concepto:
"Porque he aquí, os digo que cuantos de los gentiles se arrepienten son el pueblo del convenio del Señor; y cuantos judíos no se arrepienten serán talados; porque el Señor no hace convenio con nadie sino con aquellos que se arrepienten y creen en su Hijo, que es el Santo de Israel" (2 Nefi 30:2).

Tomado del Manual de Instituto

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