Experiencia del Pdte. Kimball


2 Nefi 10:24

"Quisiera hablaros de otra meta que me propuse cuando todavía era joven.
"Toda mi vida había oído hablar de la Palabra de Sabiduría y de las bendiciones que podría acarrearme si la cumplía. Había visto personas que masticaban tabaco, y me causaba repugnancia.
"Recuerdo que sin compulsión por parte de persona alguna, decidí, siendo todavía joven, que jamás violaría la Palabra de Sabiduría. Sabia donde se hallaba escrita, sabia en forma general lo que el Señor había dicho, y sabia que si Él decía que le agradaba que los hombres se abstuvieran de estos elementos destructivos, lo que yo debía hacer era complacer a mi Padre Celestial. Así que, resolví firmemente que jamás tocaría ninguna de esas cosas perjudiciales. Habiéndolo determinado en forma absoluta e inequívoca, descubrí que no era muy difícil cumplir la promesa que me había hecho a mí mismo y a mi Padre Celestial.
"Recuerdo que, años después, siendo gobernador de distrito de los Clubes Internacionales de Rotarios ubicados en Arizona, fui a la ciudad de Niza, en Francia, para asistir a la convención internacional. Como parte de la celebración se preparo un suntuoso banquete para los gobernadores de distrito y se dispuso un amplio edificio para la elegante comida. Cuando llegamos a la mesa, note que frente a cada lugar había siete copas, junto a numerosas piezas de vajilla, todo de lo mejor que se podía encontrar en Europa.
"Al comenzar la comida, se presento un ejercito de mozos para servirnos, llevando vinos y licores; alrededor de cada plato se llenaron las siete copas con bebidas de varios colores. Me hallaba lejos de casa, conocía a muchos de los gobernadores de distrito, y ellos me conocían a mí, pero probablemente nada sabían de mi religión o de nuestra posición en cuanto a la Palabra de Sabiduría. Como quiera que sea, me pareció que el maligno me susurraba al oído: 'Esta es tu oportunidad; te encuentras a miles de kilómetros de tu casa; nadie te espía; nadie sabrá jamás si bebes el contenido de esas copas'. Pero un espíritu dulce parecía murmurarme: 'Has hecho convenio contigo mismo con tu Padre Celestial y han vivido todos estos años sin violarlo; sería una insensatez quebrantar ese convenio después de tanto tiempo'. Os diré que cuando me levanté de la mesa una hora después, las siete copas todavía contenían las bebidas de bonitos colores con que las habían llenado y no habían sido tocadas."

Spencer W. Kimball

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